sábado, 11 de enero de 2014

Cronicas de un bajista de sesión I

Después de un año o más sin vernos nos juntamos en una plaza cerca de Bilbao. Yo estaba con la Sofía tomando té helado y fumando tabaco, conversando de sus negocios futuros y de cómo había sido que de nuevo estaba de novia. Como ellos no se conocían y ya empezaba hacer frío, la Sofía decidió irse asíque yo me fui con Rojas pa su casa. Tenía que ducharse y cambiarse de ropa. Había dormido una hora, dijo, y venía sudado como cerdo. Pedaleamos a Plaza Egaña por esas apacibles calles, todavía quedaban unas horitas de luz. En una esquina nos miramos con una pandilla de niños en skate. Asentimos como diciéndoles, "van por buen rumbo, muchachos". Entramos al edificio saludando al conserje con ese tono agudo de niño bueno, de niño de casa:- Hola Don José, ¿oiga mi mamá llego?
 -No señor. 
-Ah!, ya , puta la weá, ando sin llaves.
De la ventana de uno de los departamentos se asoma un niño y yo lo saludo, pa seguir con la onda empática.
-Wena Dante!-, le grita el Rojas -Oye está tu mamá?
Se asoma una mujer grandota, crespa, sonriente. Con niños trepandole por el cuello, por el pelo...
-No, no tengo llaves de tu casa yo, pero ven po, pasa.

Mientras pedaleabamos Roajs me contó por qué fué que lo echaron de la casa de sus primos y había tenido que ir a vivir con su madre de nuevo. Habían tomado unos LSD medios truchos o sintéticos, como decía él.  Y se habían ido en mala volada. Se angustiaron, les dieron calambres, no querían salir de la casa, estaban aterrados, su socio rastafari se retorcía en el suelo llorando y pidiendo perdón, nombraba a su ex, -la cagué la cagué, gritaba. Rojas también lloraba, llamó a su ex, a sus amigos, quería consuelo. El único que le contestó fué su viejo, que quedó igual de angustiado que él con las barbaridades que le dijo. Mal volón. Pero lo peor no fue eso, fué que todo ese teatro yonqui fue presenciado por la hija chica de su prima. Así que cortaron por lo sano y a la semana Rojas figuraba de vuelta con su madre. Y su hermano. Y la hija de su hermano. Y otro hermano más.

En la departamento de la vecina de Rojas, que era también prima de su madre y estaba cuidando a la  hija de su hermano, nos sentamos en unos sillones de cuerina a esperar. Mientras Rojas tomaba su ducha la mujer me ofreció un jugo y se sentó en el sillón de alfrente en una posición que me pareció bastante incómoda. -Tengo parálisis facial. me dijo dulcemente. Es segunda vez que me pasa, la primera vez fue en el lado derecho y me dió dos días antes de tener al Dante. Está casi cien por ciento mejorada, pero yo aún lo noto, mira. Y haciendo el gesto de tirar un beso, vi cómo el lado izquierdo de su cara permanecía inmóvil.
-Pero es súper leve.
-Sí, la acupuntura me ha ayudado ene.
-Qué bacán
Se llama Laura, se fué a vivir a Suecia el año 73 y aprendió a hablar sueco antes que español. Cuando regresó a los nueve años venía de vacaciones con su hermana menor sólo a pasar el verano con sus abuelos en San Felipe. Pero su padre biológico, timó a su madre y las hermanitas terminaron viviendo en San Felipe bajo el cuidado de sus abuelos, quienes les prohibieron hablar  sueco entre ellas, y fué así como perdió el idioma. Al año siguiente su madre las rescata luego de vender todo y ahorrar hasta el último penique trabajando como asistente de dentista y garzona a la vez,  y se instalan en Santiago en una pensión cerca de la calle Salvador. La señora ya es mayor, está casada de nuevo y goza de buena salud, de hecho tiene un culo redondo y unas piernas firmes y duras que Laura envidia y sabe que nunca tendrá.

Rojas aparece con una guayabera gris toda arrugada, se empapa de perfume y yo pienso que tal vez debería adoptar ese hábito. Laura se ofrece fervientemente, casi lo obliga a Rojas a sacarse la guayabera para plancharla. Si bien Rojas puede tener pinta de guatón desaliñado y los dientes medio amarillentos, el hombre se perfuma. Y al parecer la cosa da resultado por que la amiga que llega al bar a sentarse con nosotros, pero que se va a la cama con él, tiene bastante gracia. Osea, tiene re buenas tetas y esos shorcitos de bluyin ostentan un par de piernas morenas, bornceadas, suaves y brillantes, que sentadas a mi lado puedo hasta oler. Lleva colgando una cadena delgada con una figurita de metal colgando, un platillo volador. Que se mueve como un péndulo bajo sus senos, frente al rollito de piel que deja ver su polera, sobre los pliegues de la tela del bluyin, como un pequeño guardián de toda esa zona. Hijo de puta. Rojas está en su día libre, pero viene igual al bar donde trabaja, nos ofrece cerveza a destajo. Stout, Indian Pale Ale, Lager, Rubia, Tostada, Negra, Rubia. Habla del lúpulo, del mexicano dueño del local, mientras me pasa paquetes de paragua de luca pa que yo los role. Los mezclo con tabaco y les pongo un filtro hecho con cartón. Fumamos ahí mismo, invita a fumar a los garzones, sus compañeros de trabajo. Subo al baño meo durante horas,  vuelvo y Rojas tiene una mano sobre la pierna de Ali y el índice debajo del bluyin acariciando lento. -Inviten pues, no coman pan frente a los pobres. los interrumpo. Nos reimos. pagamos la cuenta y nos vamos.

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