miércoles, 27 de noviembre de 2019

cada vez que abro mi mail
espero recibir una buena noticia
una respuesta positiva de algún concurso
o alguna invitación bacán

sentado en el sillón de cuero
frente al escritorio cocobolo
con mi biblioteca detrás
lleno de esperanzas abro mi bandeja de entrada

ni si quiera el saludo de algún amigo del pasado
de algún primo de segundo grado

sólo las ofertas de Sofía CompuTrabajo
recordándome que hay vacantes en diversas sucursales de Falabella

domingo, 17 de noviembre de 2019

La columna vertebral de mi hijo

Bajo las yemas de mis dedos
como teclas de un piano

vértebras debajo de la piel
como legumbres en su vaina

el espinazo de mi hijo
retorciéndose en su electricidad
tierra ondulada del camino

cerros de vez en cuando
olitas que revientan a veces en las lagunas

lunes, 26 de agosto de 2019

una moneda de 50

atascada en la memoria
los rombos horizontales
grabados en su canto
atrapando el sudor de las manos de la gente

Una moneda de cincuenta
angulosa
un poliedro regular
en el límite de lo redondo
de lo circular y lo cíclico, si se quiere

girando en el espacio negro
como una plataforma planetaria

horizonte infnito
heráldica bajorrelieve

un tablero de ajedrez sideral
una alfomra para el brakedance

mis monedas de cincuenta

una y una son cien

lunes, 17 de junio de 2019


DEFINICIÓN DE TÉRMINOS 1

Tenemos derechos
Deseos y necesidades
Somos un ente
Una entidad
Un organismo
Estamos todos asociados
Trabajamos en conjunto
Tenemos leyes
Demandas
Máximas y dogmas
Si bien hemos conseguido que se escuche nuestra voz
Y ganado terreno y beneficios
Aún queda mucho por hacer
Sabemos que somos un elemento clave en el desarrollo de esta sociedad
Somos el símbolo de la guerra y de la paz
Llevamos la furia y el afecto
Somos piezas fundamentales en el desarrollo psicosomático de la humanidad
Un engranaje imprescindible del círculo de la vida
Por eso exigimos más y mejores servicios
Por eso exigimos igualdad de oportunidades
Por el bienestar de nuestra población
Por el bien de la oclusión
Por el bien de la deglución
Por el bien de la dicción

viernes, 24 de mayo de 2019

Cuál era el problema de querer transformarse en una moneda de 50
de querer esconderse en una moneda de 50 pesos
de desperatar un día y querer ser uno mismo, pero transfigurado en la funda de la almohada
Cuál era el problema en decirlo?
qué tal si por una vez al año nos convertimos todos en axilas
o en el espacio entre una baldosa y otra
entre un pastelón y otro
en esa tierrita con pasto y musgo

O en los surcos de una moneda de 50 como dije anteriormente
y nos escondemos en los rulos frondosos y cobrizos de Bernardo Ohiggins
y ejercemos el derecho a ser pequeños e inertes por un rato

domingo, 27 de enero de 2019

3

Quiero ser el gusano en tu manzana
la pelusa de tu ombligo
la espina en tu chala

Poemas para reconstruir a mi Madre.

Cap 2
Su cadáver
Es necesario que hablemos de su cadáver

ella fue un cadaver
tal vez todavía lo sea
seguramente aún quedarán sus dientes esmaltados
o no tan esmaltados
algunos de sus huesos
su calavera
sus clavículas
sus costillas
su espinazo
su pelvis
caderas
tibia
fémur
algo quedará de eso aún
No sé cuánto tarda en descomponerse un cadáver dentro de un cajón bajo tierra.
cuánto tarda?
de sus mejillas no quedará nada
ni de sus globos oculares
ni sus labios
ni su cerebro
se la habrán comido gusanos
serán gusanos, efectivamente?
o cualquier bicho

más bien artrópodos?
artrópodos más que anélidos?
como sea, algún organismo consumió su cerebro
y profitó de toda esa proteína
y se arrastró cavando entre cada pliegue de ese cerebro
en el que quedaron alojados todos sus pensamientos
todas sus ideas
sus sueños
sus secretos
sus recuerdos
específicamente el recuerdo de cuando dijo que me quería
la memoria de todos sus placeres
sazonando cada gramo de materia gris
que el artrópodo o anélido habrá devorado
para saciar todo su apetito.

lunes, 21 de enero de 2019


Golpe a golpe
Verso a verso
Paso a paso
Poco a poco
Codo a codo
Hombro a hombro
Cara a cara
Boca a boca
Ojo a ojo
Muela a muela
Ano a ano
Uña a uña
Dedo a dedo
Ceja a ceja
Zapato a zapato
Edificio a edificio
Manguera a manguera
Cápsula de Petri a Cápsula de Petri
Perro a perro
Bebida a bebida
Chuleta a chuleta
Osobuco a osobuco
Nácar a nácar
Ámbar a ámbar
Paja a paja
Cerro a cerro
Botella a botella
Pájaro a pájaro
Nube a nube
Estrella a estrella
Noche a noche
Día a día.

sábado, 12 de enero de 2019

Estrellas de mar en el portamaletas del auto



Estrellas de mar en el portamaletas del auto. Eran veinte. O cintuenta, o tal vez quince o diez, pero parecía que eran muchas. El portamaletas quedó con olor a pescado y el fieltro con arena por varias semanas después que terminaran las vacaciones de invierno. Habían ido a Con Con. La playa estuvo distintita a como la recordaban. Gris, fría y húmeda. Las hojas de los cipreses recortados, mojadas con el agua del ambiente parecían más artificiales que de costumbre. La mezcla de vaguada costera y la estela de las olas que rompían en las rocas, a pocos metros cruzando la calle, teñían de óxido la pintura blanca de las rejas del complejo turístico. Las letras de la palabra Motel, pintadas de azul, se curvaban sobre la madera hinchada, haciendo asomar las cabezas de los clavos.Eran una familia de seis: Mamá, papá, hija, hijo, hijo y bebé. La madre tenía un cáncer diagnosticado y había suspendido su tratamiento para poder tener al bebé, contradiciendo las recomendaciones de los doctores. El padre y la hija mayor intentaban resolver las tareas domésticas mientras que el bloque mamá-bebé se ponían de acuerdo en temas como control de esfínteres o “destete”, aunque a todas luces era demasiado temprano para dar semejantes pasos. Los hermanos, por su parte, aprovecharon la ausencia de otros pasajeros en el motel para recorrerlo a sus anchas y entrar a un salón de pool vacío, a los camarines vacíos, al cuarto de filtro y aseo y a la piscina del club, que también estaba vacía. Dado que el salón de pool les fue prohibido por sus padres, optaron por la piscina vacía. Estaban experimentando el eco de sus voces en la piscina cuando aparecieron más pasajeros. Otra pareja de niños. Un poco mayores que ellos. El Pera y el Manzana. O el Pera y el Plátano. Así se llamaban el uno al otro. Rápidamente surgió una competencia entre cada bloque. Quién tenía más edad. Quién tenía más bíceps. Quién conocía mejor la zona de Con Con, sus cabañas, hoteles y moteles. En todas las categorías la pareja de hermanos salía perdedora hasta que a uno de ellos se le ocurre afirmar que ellos sabían artes marciales de todo tipo. Especialmente judo y karate, lo cual no era del todo mentira, pues tanto los hermanos como la hermana mayor habían tenido clases de judo en la escuela. Pero judo, no karate-do. Y mucho menos podían hacer patadas voladoras, como  juró que sabían hacer. Ante semejante promesa el Pera y el Plátano insistieron en ver esa patada voladora. El hermano se excusó diciendo que tenía una lesión, dejándole la tarea de la demostración al otro hermano. Este se negó. Pera y Plátano insistieron. No había salida. Había que demostrar esa patada voladora. Así que el hermano se arma de valor, retrocede, corre unos pasos para tomar impulso, salta y tira su patada voladora.

Las carcajadas de Pera y Plátano hicieron a los hermanos dar por finalizada la sesión en la piscina y pasar el resto de la tarde con su familia jugando juegos de mesa dentro de la cabaña, con la televisión encendida pasando la programación de los canales nacionales. Ayudando cada tanto a poner la mesa para la once o jugando con la bebé, mientras afuera se hacía de noche y se oían las risas y pasos de Pera y Plátano que andaban merodeando la cabaña con la intención de hacer a los hermanos salir. Quizás tocaron la puerta muy bruscamente. O se pusieron a mirar desde una ventana, o sus voces despertaron al bebé,  no se sabe bien, pero la cuestión es que la Madre abrió la puerta y  sin que Pera y Plátano alzanzaran a pronunciar palabra, les ruge que se vayan, ¡fuera!, que es tarde y que en esta casa hay un recién nacido, cómo no tienen consideración.

.Deben haber sido pocos días en ese complejo vacacional. No se sabe con certeza si eran vacaciones de invierno o si fue un fin de semana cualquiera en que decidieron ir de paseo. No quedan muchos recuerdos de eso. Tampoco hay fotos de ese paseo. Lo que sí todos recuerdan es de haber recogido estrellas de mar en una caminata un día en que la arena negra estaba poblada por cientos de esos ejemplares y que la Madre las quería todas, sacrificando hasta su propia cartera y el bolso del picnic para poder llevar más. Lo que sí todos recuerdan la aspereza de cada punta. El olor a pescado en las manos, la arena húmeda en la lana tejida de sus chalecos. El mito de que, si le cortabas un brazo a la estrella, éste volvía a crecer como la cola de una lagartija. Recuerdan los días que pasaron esas estrellas secándose al sol, sobre unos pliegos de papel de diario con el propósito de llevarlas a Santiago para ahí convertirlas en algún tipo de arte. O con mejor fortuna en alguna artesanía para regalar en navidad. La memoria es difusa y algunos recuerdan el portamaletas repleto de estrellas de mar. Otros una cascada de arena desbordando el portamaletas. Otros una bolsa plástica de supermercado, mojada y hedionda a pescado. Otros recuerdan las estrellas naranjas entremedio de las maletas y bolsos con ropa de bebé. Lo cierto es que sobre la mesita de la lámpara del living todavía hay una estrella de mar. Torcida y encogida. Desteñida y porosa como un hueso.