Amigo, tengo que confesarte que estoy enamorado de tu mujer.
No me atrevería jamás a dar un paso hacia ella. Jamás.
Pero es necesario poner en palabras no el deseo sino la admiración profunda que siento hacia su persona y belleza.
Tengo que confesarte que a veces, cuando estás distraído, vuelo hasta tu mente y me apodero de tu cuerpo y miro a través de tus ojos. Así he podido presenciar todo eso que solo a ti te confía y la manera en que reluce.
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