Dosmil cuatro noventa.
La cifra que me asedia cada vez que voy al baño.
Desde el WC, desde la ducha, afeitándome, lavándome los dientes, siempre está ahí: Dosmil Cuatro Noventa.
2.490.
Estampado en un adhesivo, pegado chueco en el dispensador de jabón líquido. Prefiero el jabón sólido. El líquido es demasiado techno.
A veces volteo la jabonera para esconder esa etiqueta pero a la siguiente visita está ahí de nuevo, hostigándome.
Tal vez e la jabonera se esté tratando de comunicar conmigo. Tal vez esa cifra sea un código, una fecha clave. Una premonición del futuro, la fecha de mi muerte. Dosmil cuatro noventa, una locación específica. El nombre de una banda futura, imposible saberlo. Quién sabe. La jabonera lo sabe. Yo aún no lo descubro.