Cuando le entregue el libro no le dirá que dentro guarda moras y frambuesas.
No le dirá que cuando lo abra se re hidratarán, y que de entre cada grano se asomarán patas articuladas, que caminarán como insectos sobre las letras impresas en el papel.
No le dirá que cuando se deslicen y caigan al suelo se convertirán en ínfimos hipopótamos, que bostezarán a coro hasta que de vuelta la página.